Reflexiones sobre pezones y areolas

No tiene que sorprender al lector si digo que siento una gran debilidad por los pezones femeninos. Mis más allegados y allegadas lo saben. Es una debilidad inusual y que no se exactamente cuando ni de qué forma surgió.

Pero cuando hablo de pezones, no me refiero exclusivamente a la pequeña protuberancia en la parte  central del pecho de la mujer, me refiero tambien al area circular coloreada que rodea el pezón: la areola. 

Esa parte del cuerpo femenino (porque me estoy refiriendo a los pezones femeninos), destinado a alimentar a los recien nacidos durante la época de lactancia, y que también es objeto de placer por su observación y tacto.

Hay areolas de todos los tamaños, colores, texturas, olores, sabores. Abultadas, más planas, que cambian de forma, color y textura por los cambios de temperatura o por la excitación sexual. También con piquitos. Unos con el pezón más largo o más corto. Areolas más rosadas, rojizas.Que se arrugan con el frio o el deseo. Que se oscurecen y adquieren distintas  tonalidades marrones  con la excitación, o se oscurecen. Que, igual que las distintas partes del cuerpo, tienen sabores y olores distintos, según la zona y la persona.

Durante la época de lactancia aumentan de tamaño y color, muchas veces duelen y se agrietan en el proceso de alimentar al bebé, mientras segregan el preciado alimento que producen los senos, y que sale a traves de los conductos de que disponen los pezones.




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