Lo que nunca se explicó sobre Sant Jordi



Una vez el dragón abatido, el caballero trepó hasta la prisión donde se encontraba recluida la princesa, por la que vagaba desnuda y sucia presta a ser devorada por tan feroz bestia. Ante tal belleza y desnudez el caballero, presto, la abrazó y ella accedió sin titubeo a sus abrazos, sabiéndose liberada. Se poseyeron salvajemente entre la inmundicia de la celda hasta caer exhaustos.

Y le regaló una rosa.
 

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