Una vez el dragón abatido, el caballero trepó hasta la
prisión donde se encontraba recluida la princesa, por la que vagaba desnuda y
sucia presta a ser devorada por tan feroz bestia. Ante tal belleza y desnudez el
caballero, presto, la abrazó y ella accedió sin titubeo a sus abrazos, sabiéndose
liberada. Se poseyeron salvajemente entre la inmundicia de la celda hasta caer exhaustos.
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada