El presente artículo puede herir la sensibilidad del lector y producir vergüenza
ajena. Se recomienda no leer.
Están muy de moda las emociones.
Todos somos “todo emoción”, y culpamos a estas de la mayor parte de nuestros
males. Les asignamos un carisma especial, glamuroso, altísimo, pero dejamos de
banda lo humano, lo físico y lo fisiológico, lo instintivo.
Creo que es un buen ejercicio de
humildad la lectura de estas líneas donde he detallado una serie de elementos
que no he logrado contabilizar, que el cuerpo humano segrega, excreta, expele o
simplemente genera.
Para poder empezar a escribir con
cierto criterio, he buscado el Google el significado de la palabra humano y he dado con una web cuya lectura recomiendo, de
donde he extraído parte de la definición de ser humano como un “ser con
la capacidad de razonar y crecer como un ser pensante”, con lo
que estoy de acuerdo en esencia pero sin ir mucho más allá. Sin que ese
raciocinio signifique mucho más que la capacidad de elaborar y construir cosas
que pueden llegar a ser destructivas para él mismo, por lo que el ‘raciocinio’
lo doy por valor muy ambiguo y elástico.
Todo esto ha hecho del ser humano
una especie soberbia y cruel, y he querido someterlo a este ejercicio de
humildad y cierta vejación si se me permite, ya que gran parte de estos seres son
en gran parte unos cuerpos que acompañando a las emociones, generan, segregan,
excretan y expelen residuos sólidos, fluidos y sonidos.
Finalmente he podido contabilizar
diecisiete tipos de excreciones,
secreciones o emisiones desde nuestro cuerpo hasta el exterior gran parte de
las cuales, de una manera más o menos directa, van acompañadas de emociones.
La más conocida es el llanto,
cada vez más aceptado socialmente. Antaño signo de debilidad, actualmente, con el
valor en alza de las emociones tal vez se haya sobrevalorado. Al llanto le
acompaña una secreción no tan socialmente aceptada, pero tácitamente permitida,
que son los mocos. Estas secreciones se presentan en ocasiones con procesos
gripales y otras patologías de las vías respiratorias. Según como, estos mocos
pueden ser más o menos transparentes o presentar coloraciones que van desde el
amarillo hasta el verde. No tan idílicos como las lágrimas. A tu amado/a no le
dirás “voy a beberme tus mocos” sí, en cambio, sus lágrimas.
La saliva es otra de las
secreciones más normales que en ciertos momentos resulta placentera compartirla con tu ser querido o
deseado. En los momentos de mayor excitación aumenta el flujo de saliva de boca
a boca, y gente sabia dice que esta es la manera de autoinmunizarnos de
posibles seres nocivos de la pareja, de manera que podamos llevar a cabo el
intercambio de fluidos más íntimos, como puede ser el flujo vaginal, placentero
también de saborear en momentos íntimos con aquella persona que ha logrado hacerse
acreedora de tal intimidad. El flujo vaginal, lubricante único y natural
durante la relación sexual, durante la cual el trasiego de fluidos es incesante.
Es durante el juego sexual en que
alguna mujeres segregan un fluido todavía sin identificar claramente en lo que
se ha denominado “eyaculación femenina”. En ocasiones y próxima al orgasmo,
algunas mujeres vierten cierta cantidad de un líquido que se ha asimilado a la
orina, que en algunos casos, pero no siempre, es orina. Lo que se conoce como squirting.
El colofón de la relación sexual
propiamente para el hombre es la eyaculación, en la que acompañando al orgasmo se
expulsa por la uretra cierta cantidad de semen, que es una mezcla que se
realiza en la próstata compuesta en parte por el esperma procedente de los
testículos. Se trata de un líquido de sabor no especialmente agradable y que a
la mayor parte de las mujeres no les importa ingerir para producir placer a su
pareja. La función de la eyaculación es la de fecundar el óvulo que
posteriormente se convertirá en un embrión de ser humano.

Durante los primeros meses que
pueden prolongarse a algunos años, el ser humano se alimenta de la leche
materna, “que contiene todos los nutrientes necesarios para su correcto
crecimiento y desarrollo, además de inmunoglobulinas y otras sustancias que
protegen al bebé frente a infecciones y contribuye a estrechar el vínculo
madre-hijo, favoreciendo un adecuado desarrollo psicomotor”. En muchos casos no
es suficiente o bien la madre delega en productos creados por la ingeniería
humana.
Durante esos primeros años la
criatura humana no tiene la capacidad de retener sus heces ni su orina,
y las hace en un complemento llamado pañal. Este comportamiento puede
presentarse también al final de la vida del ser humano al ir perdiendo las
funciones cognitivas.
Tanto las heces como la orina
tienen un olor y color característicos que pueden variar en función de la
persona y la alimentación. Las heces, por su parte, pueden presentar
consistencias también distintas en función de las mismas variables, y en
cualquier caso repulsivas. Hay seres humanos con formación en el conocimiento
de tales despojos, los cuales analizan para determinar la presencia de posibles
enfermedades.
Familiares directas de las heces
son las ventosidades, popularmente conocidas como pedos y que se pueden
llamar de una forma muy variada. Suelen ser ruidosas, y dichos ruidos pueden
tener unas tonalidades acústicas variadas que en su mayoría invitan a situaciones
hilarantes, y vienen acompañadas de un hedor propio molesto e incómodo aunque por
lo general no molesta al mismo que la ha expelido (a pesar de que mucha gente no
lo reconozca abiertamente). Normalmente los humanos con una educación básica
evitan expeler ventosidades en público, aunque a veces sea vehículo de bromas.
Muchas parejas admiten mutuamente la emisión de ventosidades en la intimidad. En
ocasiones se pierde el control del esfínter anal y se “caen” ventosidades en
público. La gente circundante suele disimular y comentar por lo bajini.

Como podéis ver, no todo son
situaciones idílicas, aunque ya de por sí asumimos algunas menos románticas
como parte del juego.
Otra emanación gaseosa menos
desagradable que la ventosidad, pero no por ello menos digna de tener en
cuenta, es el mal aliento o halitosis, debida a veces por nerviosismo,
problemas gástricos o falta de higiene bucal.
Por otro lado tenemos la tos
y el estornudo, que además de servir para expulsar virus y bacterias del
cuerpo, sirven también para propagarlas. A veces la tos y los estornudos,
especialmente estos últimos, van acompañados de mal olor.
Los vómitos son otras
formas que tiene el cuerpo humano de rebelarse contra el mal funcionamiento interno,
expulsando los alimentos en proceso de digestión mezclados con los jugos y ácidos
gastrointestinales. De fuerte hedor y propiedades corrosivas.
La recalcitrante menstruación,
el sangrado que experimentan las mujeres cuando el óvulo que fue expulsado del
ovario para ser fecundado no se fertiliza, que las invade cada mes o cada
cuando le da la gana, acompañada en muchas ocasiones de dolores, olor
característico y malestares diversos Que altera humores y hormonas.
No olvidemos la caspa, la grasa
de la piel, la suciedad visible e invisible que se deposita en rincones
recónditos. El cerumen, lubricante necesario de los conductos auditivos
y que mucha gente se empeña en eliminarlo,
el pus de las heridas, y para acabar, el sudor.
La última emanación del ser
humano, una vez fallecido, es lo que se conoce popularmente como cadaverina de olor fuerte y
muy repulsivo, y de ahí que en el proceso de duelo del difunto los técnicos de
la empresa funeraria taponen todos los conductos por donde pueda salir.
Hasta aquí este compendio de
secreciones, que suelen se acompañantes de emociones, ese valor tan en alza y
tan sobrevalorado.
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